Desde la industrialización de la mano de obra y las actividades económicas, los seres humanos han realizado actividades que contribuyen con la vida capitalista y no con la vida del planeta Tierra.
Si desde la Revolución Industrial en el siglo XVIII el hombre no hubiese sido atrapado por las redes de la explotación económica de una manera tan abismal, no sería la Tierra quien pagara los daños irreversibles que hoy en día se manifiestan.
Las culturas de los pueblos desde épocas remotas han manifestado su adoración por los astros y la Tierra, sin embargo una creencia de cuidar el planeta no ha sido infundada en los valores y principios de los seres humanos.
Aunque ser considerados con la madre naturaleza debería ser uno de los valores innatos del hombre, lamentablemente a medida de que las civilizaciones se han vuelto más avanzadas y más desarrolladas, el tema ecológico y ambiental se fue descuidando paulatinamente.
Actualmente el planeta Tierra está en terapia intensiva, esto quiere decir, que si los ciudadanos comunes no colocamos nuestro grano de arena diario, el planeta que dio origen a la vida del hombre sufrirá cambios drásticos que ocasionarán su extinción.
Según lo refleja la página web www.alianzageográfica.org “desde fines del siglo XIX, los científicos han observado un aumento gradual en la temperatura promedio de la superficie del planeta”. Las más elevadas temperaturas de la Tierra se registraron entre los años 1985 y 2000, siendo la década de los 90 la más caliente registrada en la historia.
La pregunta sería ¿a qué se deben las altas temperaturas en el planeta?, pues la respuesta aunque parezca sencilla va más allá que culpar a la contaminación. La especie humana se ha encargado con cada acción para el desarrollo de las grandes potencias mundiales, de maltratar y empeorar cada día más la situación de un planeta que debería ser saludable.
La polución atmosférica es uno de los principales factores que influyen en el calentamiento global, la liberación de gases tóxicos por parte de las grandes empresas hacia el aire, genera una nube de contaminación sobre los poblados más industrializados, afectando así a la capa de ozono y generando que los gases que la componen se hagan más débiles y esta capa que cubre la tierra se vuelva aún más delgada.
Obviamente la contaminación también se puede manifestar de otras maneras, como por ejemplo el desgaste de los suelos, y la contaminación del agua, ambas ocasionan severos daños en el planeta, y desequilibran el ecosistema en el que se desarrollan las plantas, especies animales y los humanos.
La cultura ecológica surge de la preocupación del hombre para lograr combatir las emisiones de gases tóxicos que generan el llamado efecto invernadero, el cual es el que produce las elevadas temperaturas en la tierra. Actualmente se ha generado mayor conciencia e interés sobre los temas ambientales en el mundo entero, ya que a la especie humana se le acaba el tiempo si no se hace algo ya.
El calentamiento global es la más alarmante de las consecuencias de la escasa cultura ambientalista y el cuidado del medio que rodea al hombre, sin embargo existen otras secuelas del desapego a la Tierra que son alarmantes, como lo es el abuso de las especies animales en peligro de extinción, anulando la conservación y reproducción de las mismas.
Pero ahora el hombre ha reaccionado ante esta problemática que es de todos, y se han firmado mundialmente tratados como el Protocolo de Kyoto, que según lo explica la página web www.erenovable.com “es un acuerdo internacional asumido en 1997 en el ámbito de Naciones Unidas que trata de frenar el cambio climático. Uno de sus objetivos es contener las emisiones de los gases que aceleran el calentamiento global, y hasta la fecha ha sido ratificado por 163 países”.
Acciones como esta han sido extendidas por el mundo entero para combatir el calentamiento global y el maltrato hacia las especies animales protegidas o en peligro.
Sin embargo estos tratados o pactos no han sido lo suficientemente eficaces para atacar el problema, porque las potencias mundiales lideradas por el capitalismo imperante, parecen no estar interesadas en dejar de producir ganancias económicas y ayudar al planeta. Tal es el caso de Estados Unidos, que después de haber firmado el Protocolo de Kyoto lo rechazó y lamentablemente aún no lo ha ratificado.
En Venezuela se está generando un programa de gestión ambiental propuesto por la Universidad Bolivariana de Venezuela, que incluye educación ambiental.
El objetivo principal de esta gestión se basa en “formar ciudadanos profesionales para actuar de manera conjunta con las comunidades y otros actores sociales, con cultura ecológica asociada a esquemas de desarrollo integral y sustentable, basados hacia nuevas realidades socio ambientales, bajo el esquema de la cooperación, la reciprocidad, el intercambio equitativo, la tolerancia y la sustentabilidad”, según el portal web www.ubv.edu.ve.
El objetivo principal de esta gestión se basa en “formar ciudadanos profesionales para actuar de manera conjunta con las comunidades y otros actores sociales, con cultura ecológica asociada a esquemas de desarrollo integral y sustentable, basados hacia nuevas realidades socio ambientales, bajo el esquema de la cooperación, la reciprocidad, el intercambio equitativo, la tolerancia y la sustentabilidad”, según el portal web www.ubv.edu.ve.
Aunque se estén tomando medidas en Venezuela y el mundo para combatir los abusos contra el ambiente, es necesario tomar la iniciativa individualmente para formar una masa que esté más conciente de que es un problema de cultura que necesita ser combatido a través de la trascendencia de una ideología que cambie la fiebre del planeta por conciencia humana.
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